lunes, 25 de febrero de 2013

OBESIDAD

La obesidad crece de una manera alarmante y descontrolada en el mundo. Los adelantos tecnológicos permiten hoy en día lograr mayor cantidad de alimentos a precios más reducidos en el mundo desarrollado. También la tecnología ha hecho que el ser humano realice hoy tareas que le insumen mucho menos gasto energético que hace 30 ó 40 años atrás. Pero la obesidad no solo azota al mundo desarrollado, sino que hoy ha pasado a ser, tal vez, uno de los más acuciantes problemas de salud pública del mundo en vías de desarrollo. La obesidad, y los factores de riesgo que se le asocian, son en la actualidad una enfermedad de elevada prevalencia, asociada negativamente a la situación socio-económico-cultural de 10 individuos, o lo que es lo mismo, se corresponden con la ecuación: a mayor grado de desigualdades y deficiencias en la economía y en la educación, mayor grado de obesidad. 
En 1988, The National Institutes of Health, publicó las guías para el manejo del sobrepeso y la obesidad, y definió como Índice de Masa Corporal (IMC) normal hasta 25 kg/m2, de 25 a 30 sobrepeso y más de 30 obesidad, (consideró también la categoría de obesidad mórbida cuando esta cifra supera los 40 kg lm2). Del mismo modo definió como obesos abdominales a los varones que tuvieran un perímetro de cintura mayor a 102 cm, y a las mujeres que lo tuvieran mayor a 88 cm. Considerando a esta última medición como la mejor manera de estimar la grasa visceral, en el consultorio, quizá el método más adecuado sea la medida de la circunferencia abdominal. Esta determinación que parece sencilla, debe realizarse siguiendo la técnica que ha sido establecida por The Nacional Cholesterol Education Program (ATP) e implica la identificación de los reparos óseos correspondientes, a los fines de trazar los planos horizontales de referencia, para determinar el lugar donde se hará la medición, la que se tomará con cinta métrica metálica e inextensible. 
La grasa corporal se localiza en dos compartimientos, uno mayor, el subcutáneo, y otro mucho menor el intervisceral. El primero a su vez se divide en otros dos compartimientos, el troncal y el glúteo femoral, mientras que el segundo comprende solo la grasa entre las vísceras, y se localiza, fundamentalmente, en el epiplón y mesenterio. La grasa intraabdominal es biológicamente muy activa en cuanto a la secreción de moléculas específicas que regulan distintas etapas metabólicas, y anatómicamente su drenaje venoso es tributario del sistema portal. Se ha establecido una fuerte correlación entre circunfeerencia abdominal y contenido de grasa en la mitad superior del cuerpo, esto es fácilmente evidenciable por la medida del perímetro de la cintura y el término más usado para reconocerla es obesidad abdominal. En condiciones normales, el tejido adiposo produce una apreciable cantidad de sustancias metabólicamente muy activas y necesarias para mantener el equilibrio energético y lo para regular distintos aspectos del metabolismo glúcido y lipídico.

Algunos investigadores, con motivo de la conferencia conjunta del National Heart, Lung and Blood Institute y la American Heart Association, coincidieron en considerar a la hipertensión arterial como fuertemente ligada a la obesidad y presente con frecuencia en personas insulinorresistentes, pero es la “menos metabólica” de los componentes del Síndrome Metabólico .

A partir de las prevalencias de cada uno de los criterios diagnósticos (ATP III) de la muestra de los estudios Deán Funes y Oncativo, se realizó un análisis multivariado de cada uno de ellos para tratar de definir cuál era el verdadero “peso” o valor de los mismos. Así se confeccionó una escala en la que la glucemia alterada en ayunas tenía un valor que casi duplicaba al criterio que le seguía, que era la obesidad abdominal, indudablemente era el más específico pero su sensibilidad era relativamente más baja que los otros criterios.

La inactividad física se relaciona con una gran cantidad de factores de riesgo vinculados a la salud en general, además de ser factor de riesgo independiente para cardiopatía isquémica y diabetes tipo 2. Hay buena evidencia que la actividad física regular tiene un rol protector frente a patologías crónicas como enfermedad coronaria, hipertensión arterial, obesidad, diabetes y algunos cánceres como el de colon, además de asociarse negativamente con la depresión. Se ha demostrado que cambios en el estilo de vida que incluyan actividad fisica regular reducen el riesgo de progresión de intolerancia glúcida hacia la diabetes tipo II en más de la mitad de los glucointolerantes. Quizá por modificaciones de factores de riesgo cardiovascular tradicionales como son el incremento de HDL Colesterol, descenso de la Colesterolemia total, trigliceridemia y presión arterial, además de disminución de peso -sobre todo la rápida disminución de la grasa abdominal- mejora notablemente la insulino sensibilidad. Fuertes evidencias indican que la práctica de ejercicio físico regular para un adulto consistente en por lo menos 30 minutos de moderada actividad física, preferentemente todos los días de la semana, afecta favorablemente a los componentes del SM.

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